Actividad 3: La hora del cuento

Todo el mundo sabe que los cuentos son muy importantes en el desarrollo de un niño, ya que fomentan la escucha activa, la pronunciación, el léxico y desarrollan pilares importantes como la imaginación.

“La literatura desarrolla la imaginación en el niño y le ayuda a apreciar la naturaleza, las personas, las experiencias y las ideas en forma novedosa y diferente.”

Nosotras, como futuras maestras que somos, en un futuro seremos responsables de contar con calidad los cuentos que no sabrán leer.

El trabajo que hicimos fue agruparnos en equipos de tres personas, en mi caso me puse con Beatriz Galilea y Marta Pastor. Bea usó la técnica de narración con cuento, Marta usó la del cuentacuentos y yo elegí la de la lectura.

El cuento que elegí fue el de “Siempre te querré” de Debi Gliori, y lo iba a usar para niños de 3-4 años.  

Preparación:

Me leí el cuento un par de veces en mi casa, tanto en alto como para mí, así me aseguraba de que no me iba a atascar en ninguna palabra. Quería ensayar cuantas más veces mejor, ya que no quería olvidarme de ningún aspecto (entonación, voz, pronunciación, tiempos…)

Elección del cuento:

Elegí este cuento porque me parecía muy bonito, breve y, en mi opinión, correcto para los niños de 3-4 años, ya que tiene una estructura lineal y le sería más fácil seguir el hilo, además, el cuento tenía muchas y muy llamativas imágenes.  “Los niños de 3-4 años disfrutan más con cuentos con muchas imágenes, poco texto y cortos; pero además a esa edad empieza a interesarles temas novedosos y se empiezan a fijar más en el desarrollo y desenlace del cuento.”(J. Ortega, 2015) Al día siguiente de realizar la actividad propuesta en clase de leer el cuento, Irune me dijo en clase que ella no hubiera escogido este cuento para contar, ya que es una traducción de poca calidad y la rima es, también, de poca calidad. También dijo que era bueno que los niños tuvieran una aproximación a textos poéticos, pero de mejor calidad. Ahora, pensándolo fríamente, tiene razón, no escogí el libro adecuado, pero me parecía muy repetitivo volver a escoger “El león que no sabía escribir”, que fue el libro que comenté en la actividad uno.

Las preguntas que había planteado para este libro fueron las siguientes:

• -          ¿Creéis que el cariño se gasta?
• -          ¿Cuánto queréis a mamá?

Haría estas preguntas porque el libro trata el tema del cariño, aunque también trata el tema de la muerte, pero ese le dejaría algo apartado, ya que no es a partir de los cinco o seis años cuando empiezan a tener conciencia de la vida, de la muerte…

Puesta en práctica y feedback:

Mi grupo estaba formado, como ya he dicho antes, por Marta Pastor y Beatriz Galilea. Aunque, a parte de compañeras de clase, son amigas, estaba algo nerviosa, porque no es lo mismo contarles el cuento a los niños, que contarles un cuento a personas ya adultas. Los nervios del principio se fueron desvaneciendo poco a poco, ya que había un clima de confianza y de confort muy agradable para mí. Lo leí dos veces, ya que la primera vez me atascaba todo el rato con la rima de “soy un zorro pequeño, enfadado y tristón, y nadie me quiere de corazón.” Pese a este error, la evaluación de mis compañeras fue muy favorable, me dijeron que entonaba muy bien y que ponía voces correctas a los personajes. Aunque, por otro lado, me dijeron que no dejaba tiempo entre imagen e imagen, y, en una clase normal, a los niños no les hubiera dado tiempo a ver las imágenes.

Luego me puse con Irene Martín y Silvia Manzanares, y me dijeron lo mismo, y que, como me puse algo más nerviosa, que vocalizara algo más.

Por último, recibí el feedback de Alicia Ocón e Iciar Camarero, que no me valoraron nada negativamente, su evaluación fue muy positiva.

¿Cómo me he sentido yo?

No sabría autoevaluarme correctamente porque a lo mejor creo que hago una cosa bien y luego resulta que no, o creo que hago una cosa mal y resulta que lo hago bien. Así que, yo siendo la que leí el cuento, me sentí un poco avergonzada al principio, porque creía que me iba a atascar mucho, y, efectivamente, así fue. También hablé muy rápido en algunas ocasiones, y eso hizo que el cuento no se apreciara correctamente.

Puntos a favor míos es que hablo alto, y se poner voces a los personajes, además de que cuando se me pasan los nervios, vocalizo mejor y hablo más despacio. Se podría decir que aprendo de los errores.

Conclusiones:

Me he dado cuenta de que leer un cuento no es una tarea fácil, y más cuando no estás acostumbrado a hacerlo normalmente, como es mi caso. También me he dado cuenta de que tenemos que tener una imaginación desbordante, ya que cuando te atascas en una palabra, puedes, o seguir intentando que te salga esa palabra, o cambiarla por otra rápidamente.

Además, la práctica y el ensayo hacen mucho, ya que te ayudan a tener más confianza en ti mismo y a leer el cuento de una manera más fluida y natural.

En mi opinión, debería haber más asignaturas como la de literatura infantil, que nos enseñen a contar cuentos, a elegirlos y a familiarizarnos más con ese mundo